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- Vlog #004 — Incluso en la máxima oscuridad siempre hay LUZ.
Vlog #004 — Incluso en la máxima oscuridad siempre hay LUZ.
Aprendizajes después de 4 días de Oscuridad.
Cuando quieres transformarte, primero tienes que frenar.
No puedes cambiar de marcha sin pisar el embrague.
No puedes salir de la autopista a 200 por hora.
No puedes entrar en lo profundo si no desaceleras antes.
Este mes lo he entendido más que nunca:
la verdadera transformación no ocurre solo en el instante del evento,
ocurre en todo lo que lo precede.
En la toma de conciencia.
En la decisión de parar el ruido.
En la valentía de bajar una marcha… o incluso dos.
¿Por qué hago estas cosas?
Porque de pequeño pensaba que había monstruos en mis armarios, o debajo de la cama y eso… no me dejaba dormir. Hasta que venía mi madre y encendía la luz para enseñarme que todo eso solo estaba en mi imaginación.
El mayor monstruo era la idea que tenía de él.
En los primeros momentos dentro de la oscuridad, creí que iba a ser más duro.
Tenía miedo. Miedo a perderme. A no soportarlo.
Miedo a que la mente me la jugara.
Pero me encontré con algo diferente. Me encontré conmigo.
Y con un cerebro que, al quedarse sin estímulos, se agarra a una idea y la exprime.
Podía pasarme dos, tres horas con un pensamiento.
No porque quisiera, sino porque no me soltaba.
Y ahí, en ese cansancio mental, surgían perlas.
Reflexiones que no habría alcanzado en ningún otro estado.
Descubrimientos que solo emergen cuando dejas de correr.
Fueron cuatro palabras las que marcaron esos días:
Descansar. Meditar. Reflexionar. Autodominio.
(En ese orden, y también todos a la vez.)
No fue cómodo, pero fue real.
Y lo más bello es que no hubo monstruos en el armario.
Solo ideas, y el poder de mirarlas a la cara hasta que se deshacen.
La verdadera oscuridad es lo que pasa cuando sales
Lo más desafiante no ha sido la oscuridad en sí.
Lo verdaderamente retador ha sido volver.
Volver al “afuera”. A la velocidad. A las exigencias.
A los ruidos que condicionan. A lo que esperan de ti.
Ahí es donde ha aparecido el roce.
Ahí es donde me he visto al límite.
Pero también donde he confirmado que estoy en el camino.
Volver a estar al servicio me ha devuelto la dirección.
Porque cuando sirvo, me reconecto. Me aligero. Me encuentro.
Mi trabajo no es otro que este: experimentar para poder inspirar.
Vivirlo en carne y alma para poder tender la mano a quien quiera salir de sí mismo,
a quien quiera evolucionar.
Y eso no se hace una vez.
Se hace cada día.
Frases clave:
“No puedes coger la salida si vas a 200 por la autopista.”
“Hasta lo más profundo de la oscuridad… siempre hay luz.”
“Para poder subir, a veces primero hay que bajar.”
Descubrí que incluso sin luz, el cuerpo encuentra destellos.
La melatonina, el GABA, el sistema nervioso…
todo generando chispazos internos como si fueran luciérnagas y era una luz real.
Y esa fue la mayor metáfora del mes:
la luz no entra, nace.
Quizás por eso, ahora sé que no temo tanto a la oscuridad.
Temo más a olvidarme de lo que me ha mostrado.
Y por eso, estoy comprometido con integrarlo,
con crear los espacios, los rituales, la conciencia…
para que la transformación no se quede en un momento,
sino que se vuelva vida.
Cuando todo parezca oscuro y creas que no hay solución, recuerda parar y confiar en que la luz siempre vendrá.
Álvaro Alcázar
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